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Actualidad Jachallera » Opinión » 12 jul 2018

Los esquineros de Jáchal (Marcelo Castro Fonzalida)

Llegar al centro de Jáchal es ver muchas cosas. Entre tantas cosas, como un adorno más del paisaje, están los que llegan a las esquinas a vivir la vida jachallera. Ingresa a la nota y conoce la reflexión.


Cuando los años avanzan la vida se va aclarando. Se pone intensa y rara. El tiempo se vuelve más relativo. Todo eso pasa en Jáchal. El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejo canta Mercedes. Ser más grande o adulto debe ser siempre sinónimo de sabiduría.

No sé cuál es la edad que hay que tener para ser un esquinero de Jáchal, pero espero llegar a ese podio algún día.

Pasa que las esquinas de la plaza principal de Jáchal tienen dueño. Son hombres y mujeres del pueblo que están ahí, parados y luchando contra el tiempo. Como unos centinelas custodiando la historia de la ciudad.

Pasan horas, semanas, meses  y hasta navidades en las esquinas. No es cualquier lugar, es todo el lugar del pueblo. Ahí se comenta la vida y se ríe, se planifica y se abraza. Se cuentan historias y se saludan. Se fuman los mejores cigarrillos y se olvidan las penas.

Llegar a una esquina jachallera, en la plaza departamental es un logro, una trayectoria. No cualquier humano se posa ahí así como así.

Una típica rutina de los esquineros es cuando comienza al salir el sol. Llegan en sus bicicletas y motos. Haga frio o calor ellos van. Misteriosamente se reúnen en el mismo momento, como si tuviesen un reloj compartido entre ellos. Antes que la vida se active y el mundo comience a girar los esquineros ya están en sus puestos. Están listos para adornar Jáchal. Vestidos de alpargatas y zapatos de obreros, con camisas penetradas por el sol y cigarrillos armados. Pero lo más importante para comenzar su rito de esquineros es tener los brazos bien cruzados.

Son incontables. Pueden ser tres, cuatro o cinco. Durante las mañanas jachalleras se van turnando. Es que los esquineros son de carne y hueso, se cansan, por eso les dan paso a otros, así hasta el horario del guiso y el cocho.

Mencionaba la edad, pues no importa que hiciste en la vida o como se pasó. Al llegar a un cúmulo de momentos vividos ya estás listo para tu primera esquina. No importa la academia, la trayectoria o el vino, importa llegar y cruzar los brazos. Casi una metáfora de cómo enfrentarse a los odios de la soledad.

Cada esquinero tiene su costumbre, sus historias para contar y las ganas de saludar; pero poseen algo en común: el amor por Jáchal.

Esquineros de la eternidad y las vivencias. Esquineros de Jáchal. Esquineros que cuentan y escuchan.

Son voceros de lo que dice el pueblo. Son sabios del ir y venir. Esquineros que juegan a la quiniela y sueñan sus números. Esquineros que cuentan cuentos con finales siempre felices. Esquineros de las risas.

Esquineros, cuidadores, pilares necesarios para un pueblo con historia.

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