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Actualidad Jachallera » Opinión » 12 dic 2018

Agua para el árbol de navidad

Un pino navideño seco no tiene gracia. Hay que regarlo y darle fuerza. Pero con agua pura. Columna semanal de Marcelo Castro Fonzalida


En épocas memorables de mi niñez mi abuela ya comenzaba en estos tiempos a movilizar su magia de cocinera. Iniciaba una cruzada de cómo iba a hacer el pan dulce. Tomaba su batea de madera y ponía manos a la masa. La masa amarilla pintada con huevos caseros daba un color más radiante que el sol.

No faltaba nada en el pan dulce de la nona: pasas frescas, frutas disecadas y unas nueces que le daban el gusto final. La producción casera era una artesanía histórica en la familia. El sabor de ese pan era inobjetable, al igual que los brindis con sidra.

Otra cosa, siempre las reuniones familiares para navidad en Jáchal estaban acompañadas de la presencia del árbol de navidad.

Armado con lo que se podía, el pino yacía brillante y reluciente. Siempre rodeado de un pesebre y cuanta religiosidad había en la casa.

Es muy difícil en Jáchal no encontrar un árbol armado. Esa tradición católica no escapa a nadie en el mundo, por lo menos a los de Fe cristiana.

La historia del armado del árbol en América data del año 1526 aproximadamente, en México. Otros historiadores hablan de Haití y República Dominicana, como el primer lugar dónde se armó el famoso arbolito.

Lo cierto es que en muchos hogares la presencia del árbol artificial es el protagonista durante casi todo diciembre y parte de Enero del año nuevo.

Difícil es por estos lados de América del Sur hallar un pino de verdad, fresco y perenne que se pueda usar de adorno para la Navidad. Así que se debe recurrir a los comercios y sus ofertas.

Como toda planta, a los árboles hay que regarlos y mantenerlos con buena humedad durante su crecimiento para que se convierta un pino vigoroso y bien dotado de piñas.

Realmente tal vez eso nos deja un mensaje. Sobre todo en Jáchal, y más en esta época.

Muchos adoradores de la Navidad y todo lo que eso conlleva hacen del árbol navideño un símbolo que se convierte en causal de deseos.

Se desean buenas cosas al pie del tronco: salud, trabajo, felicidad, juguetes, amores nuevos, unión, paz, prosperidad. Todo lo positivo de este mundo poco humano.

Pero en Jáchal, creyentes o no, deberíamos colgarles bolas con agua. De la más pura. Aunque sea difícil de encontrar en el pueblo.

No vendría mal algo de agua en la soledad de la naturaleza que azota el norte de San Juan.

¿Cuenta cómo deseo? Creo que sí. 

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