martes 26 de agosto de 2025 - Edición Nº3263
Actualidad Jachallera » Locales » 25 ago 2025

Adiós al dueño de los noviembre jachalleros

Por Marcelo Castro Fonzalida (CC Jáchal La Montaña)


Por:
Redacción Actualidad Jachallera

Le doy play a un disco, retumba en mi departamento el Tata Ahumada gritando su nombre, y arranca el Chango a recitar los versos universales de Buenaventura.

 

Me dio sed, salen unas lágrimas, recuerdo mi niñez, las noches frías en el Anfiteatro, los inviernos musicales de Radio Nacional. El Chango me quitó el habla, solo me hace viajar y en suspiros aparezco pisando el portezuelo, una vez más. Y ahora lloramos su ausencia, no queda otra más que penar la partida de un pedazo de historia nuestra.

 

Nadie, jamás en esta incesante vida cantará el Vallecito como él. Tal vez lo sabía, o no, pero su voz fue para varias generaciones la introducción a la historia de nuestro pueblo.

 

El Chango Huaqueño fue, el mejor divulgador musical de Buenaventura Luna, uno de los maestros más grande que dio el terrenal.

 

Al Chango le debemos no solo su música y poética original, sino la tonada, nuestra manera de hablar,  una especial y bella  manera de golpear las palabras que en cualquier parte del mundo nos hace más jachalleros. En realidad a los huaqueños le debemos todo ese folclore oral. Tenemos una deuda eterna con el Chango, que es más que un gracias, sino el clamor de un pueblo que disfruta la identidad jachallera en cada rasgueo de su guitarra.

 

El poncho de guanaco, las estrellas jachalleras y cada algarroba que cae en temporada estival ya no serán lo mismo. Fue el más gaucho de todos, el más popular de los artistas; el humano arriero.

 

En el idioma cultural de San Juan el chango es una edición especial. Jamás se salió del guión, perenne en su andar, Jáchal siempre adelante. Porque de eso se trata cuando uno ama la tierra de uno. Tal vez el Chango fue el único profeta en su tierra, en las dos tierras, la huaqueña y la jachallera.

 

A veces en la vida, difícilmente llegamos a dejar huellas que traspasan nuestros círculos íntimos, hoy toda una provincia llora, porque cuando tenes solo una misión y la haces bien te convertís en un Chango Huaqueño.

 

El chango le cantó a todos los cerros, a la cordillera, a las piedras y los algarrobos. A San Juan, al Norte y al Sur. A los desamores y los amores. Le escribió a Santa Bárbara y a cada uno de los dioses de las noches empedradas. El Chango sembró noviembre, lo regó, cuidó cada uno de sus almácigos y cosechó la inmortalidad.

 

El chango, el jardinero del valle, y un trago para no olvidar sus noches labriegas. Para escuchar junto a la lumbre de las luciérnagas, el tropel de los potrancos que agitan su crina para acompañar la voz que se va.

 

En la vida cultural de un pueblo llegar a ser leyenda es un camino duro y sinuoso, en Jáchal ya tenemos un prócer popular más en la nómina de los valientes. Aquellos que configuraron su vida entera en sembrar.

 

El Chango Huaqueño pensó una tesis eterna para Jáchal, nos sembró la idea que en Noviembre cualquier jachallero en cualquier parte del universo es más feliz que cualquier habitante de esta tierra.

 

Eso de que reviente la semilla, es que explote la alegría por los aires del norte sanjuanino y que reine la hermandad, alumbrada por ese hermoso fogón.

 

Es el dueño de los noviembre jachalleros, el culpable de las mejores amanecidas vitoreando las ganas de amar cada día al pueblo. El Chango hace muchas lunas dejó de llamarse Horacio.

 

La Fiesta de la tradición perdió a su guardián. Nosotros perdimos al cantor de las montañas.

 

Hay cosas difíciles en la vida, ser popular y querido. El chango se fue siendo popular, querido, y como si fuese poco, más jachallero y huaqueño que nunca.

 

Entre zamba, entre al corazón, tal vez pueda consolarnos este vuelo eterno de su papá. 

 

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias

VIDEOS

GALERÍA DE IMAGENES