para tener en cuenta
¿Cuál es la edad límite para el primer celular, según los estudios que evaluaron su impacto en la salud mental?
El uso de teléfonos celulares y redes sociales se convirtió en una práctica común entre niños desde edades cada vez más tempranas, un creciente número de investigaciones vinculan la exposición precoz a dispositivos inteligentes con trastornos emocionales, baja autoestima, dificultades para regular las emociones y, en los casos más extremos, ideación suicida.
Redacción Actualidad Jachallera
Un estudio publicado en la revista Journal of Human Development and Capabilities analizó el impacto del uso de teléfonos inteligentes antes de los 13 años y concluyó que cuanto menor es la edad de adquisición, peores son los indicadores de salud mental en la adultez temprana. El trabajo se basa en datos del Global Mind Project, con encuestas a casi dos millones de personas en 163 países.
Entre los hallazgos más destacados, se identificaron síntomas como pensamientos suicidas, desapego de la realidad, problemas de autoestima y dificultades en la regulación emocional, especialmente entre las niñas. Según el estudio, estos efectos se ven mediado por la exposición temprana a redes sociales, el ciberacoso, las interrupciones del sueño y el deterioro del vínculo familiar.
“Esto requiere una acción urgente para limitar el acceso de los niños menores de 13 años a los teléfonos inteligentes”, afirmó Tara Thiagarajan, autora principal del estudio y fundadora de Sapien Labs. Propuso aplicar el principio de precaución y regular el acceso digital infantil de manera similar a como se hace con el tabaco o el alcohol.
Pese al alcance del estudio, varios especialistas manifestaron dudas sobre la solidez de sus conclusiones. El profesor Pete Etchells, de la Universidad de Bath Spa, Reino Unido, advirtió que el trabajo no detalla cómo se midieron las variables de salud mental ni ofrece suficiente claridad metodológica. Señaló que los datos autoinformados y la falta de controles clínicos limitan su validez.
En la misma línea, Chris Ferguson, profesor de Psicología en la Universidad Stetson, Estados Unidos, cuestionó el diseño de la encuesta y su valor clínico. “La encuesta no parece ser una medida bien validada de la salud mental. Es bien sabido que las medidas autoinformadas son poco fiables”, sostuvo. Según Ferguson, se trata de un estudio “rudimentario” cuyo lenguaje es excesivamente categórico.
Un trabajo anterior publicado en JAMA Pediatrics analizó durante cuatro años los hábitos digitales de más de 4.000 adolescentes estadounidenses entre los 10 y los 14 años. El 31,3% mostró un uso adictivo creciente de redes sociales y el 24,6% del teléfono celular. En paralelo, aumentaron los comportamientos autolesivos, los síntomas depresivos y la impulsividad.
Francisco José Rivera, catedrático de la Universidad de Sevilla y uno de los responsables del estudio internacional HBSC, remarcó: “Un uso intensivo, aunque no registre incidencias graves, puede terminar llevando a un uso problemático”. El dato más relevante fue que el tiempo total frente a pantallas no explicaba los trastornos, sino el patrón adictivo y su evolución en el tiempo.
Desde una perspectiva clínica, la médica psiquiatra Geraldine Peronace (MN 110.541) comparó el efecto de las pantallas con el de las sustancias estimulantes. “Lo que ocurre en el cerebro de un niño de un año y medio o dos frente a una pantalla es una hiperexcitación que provoca una liberación intensa de dopamina, comparable al efecto que tendría una sustancia estimulante en un organismo infantil”, explicó..
Para Peronace, esta estimulación sostenida del sistema de recompensa puede consolidar patrones adictivos. “La salud mental está en juego. Realmente la situación es compleja y grave”, afirmó. Y añadió: “La tecnología creció, pero la biología sigue a su ritmo. Nada apura la biología”.
En línea con los datos de Estados Unidos y América Latina, Peronace advirtió sobre un aumento inédito de trastornos psiquiátricos en la infancia y adolescencia. “Hay un índice de suicidio desmedido como nunca antes en la historia de la humanidad que estamos viendo de niños y de adolescentes”, señaló. En Argentina, indicó, se registró “la tasa más alta de suicidio de los últimos diez años”.
Los datos del estudio HBSC revelaron que las niñas presentan una conexión más constante a redes sociales que los varones y muestran mayor vulnerabilidad a la validación social. El 44% de ellas declaró una conexión casi permanente, frente al 36% de los chicos. Rivera explicó que el bullying social —basado en la exclusión y la mentira— se da en proporciones más altas entre las adolescentes.
La franja etaria más crítica se ubica entre los 11 y los 14 años. Es en este período donde el desarrollo neurológico es más sensible y coincide con la mayor exposición digital. Incluso si los hábitos cambian después, los riesgos ya se han instalado.