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Con alegría y emoción, la Escuela Rubén Darío de El Médano celebró sus 114 años de historia y compromiso
Con un festejo cargado de emoción, risas y recuerdos, la Escuela Rubén Darío de El Médano celebró su 114° aniversario el pasado viernes, con una jornada especial que reunió a estudiantes, docentes, familias y vecinos en un emotivo homenaje a la historia viva de esta institución educativa que se convirtió en faro y refugio para generaciones de jachalleros.
Redacción Actualidad Jachallera
Con juegos, alegría, color y un profundo sentido de pertenencia, en esta humilde pero valiosa escuela rural, el paso del tiempo no ha hecho más que fortalecer su espíritu solidario y su rol clave en una localidad muchas veces olvidada y postergada.
Los patios del establecimiento se llenaron de sonrisas y entusiasmo cuando comenzaron las actividades deportivas, en las que los alumnos y sus familias participaron con energía y compañerismo, celebrando el valor del trabajo en equipo y el respeto mutuo. La presencia de payasos divertidos puso a todos a reír y bailar, despertando la niñez más pura de todos los presentes.
Uno de los momentos más esperados fue cuando cantaron el cumpleaños feliz y apareció la exquisita torta, adornada con los colores de la institución y el número que marca más de un siglo de enseñanza y compromiso. Rodeados de aplausos, los alumnos cantaron con orgullo, sabiendo que son parte de una historia que los abraza y los impulsa a soñar.
La Escuela Rubén Darío no es solo un edificio donde se aprende a leer, escribir o contar. Es un espacio donde se cultivan valores, donde se enseña con el corazón, donde cada niño y niña encuentra contención y amor. Con el paso de los años, esta institución se transformó en el núcleo de otras entidades de la zona, un verdadero motor de desarrollo para El Médano y sus alrededores.
“Aquí no solo se enseña, también se escucha, se contiene, se acompaña”, expresó una docente con lágrimas en los ojos. Las palabras resumen lo que esta institución representa: un faro de educación- una semilla de esperanza sembrada hace más de un siglo que sigue floreciendo generación tras generación.