La leyenda comienza luego de una violenta tormenta en 1973, siete años después de su muerte. De acuerdo con los pobladores, la tempestad destruyó el túmulo de ladrillos y cemento que cubría el cajón del bebé, el cual fue descubierto por un trabajador del cementerio. Espiando su interior, encuentra los restos del niño virtualmente intactos, y se reconstruye la tumba para proteger el cajón de los elementos. Poco después las paredes se habían caído «misteriosamente» sin mediar tormentas ni vientos. Hubo una segunda reconstrucción pero los ladrillos volvieron a aparecer desparramados, por lo tanto decidieron dejar el cajón en el exterior.
Pero entonces notaron que la tapa del ataúd había sido removida a la noche. «Colocamos piedras y objetos pesados sobre la tapa, pero cada mañana la encontrábamos removida» contaba la madre de Miguel Ángel, «finalmente decidimos que Miguel no quería ser cubierto, quería ser visto.» (Amato 1996). Primero estaba simplemente destapado pero luego le arrancaron una falange que conservaba un pequeño anillo y además todo el mundo le tocaba la frente.
Ahora esta en una pequeña caja azul de madera, cerrada con un candado y con la tapa de vidrio. A través de él se ve su rostro reseco y marrón y su madre le cambiaba habitualmente de ropa. Los creyentes ponen la mano sobre el vidrio a la altura de la cabeza. Cuando este hecho se divulgó comenzó a llegar gente de todos lados para verlo, primero individualmente luego en tours programados, no sólo desde la ciudad de La Rioja, sino desde San Fernando del Valle de Catamarca y Córdoba.
Entonces construyeron un pequeño panteón para guardar los juguetes, carpetas de estudiantes, autitos, bicicletas, flores de plástico, ositos, placas de metal y cerámica con forma de corazón o con diseños de angelitos, cintas celestes y blancas, fotos, insignias. Son tantas las ofrendas que el panteón se fue ampliando con una habitación al lado y otra arriba. Dicen que a veces a la mañana se encuentran juguetes desparramados y se supone que Miguelito estuvo jugando durante la noche.
Los pedidos en las cartas comenzaron a cumplirse, luego la gente les dejaba cuadernos y con los años las ofrendas comenzaron a triplicarse, y no solo los riojanos se acercan a pedir deseos difíciles de cumplir, sino también muchos de otras provincias. Incluso llegan al cementerio tours organizados para visitar al "Angelito Milagroso", también se ha comentado en esa provincia que Ramón Díaz, cuando era técnico de River le llevó una camiseta firmada por todos los jugadores.