Es el caso de don Alberto Arrollo que por diferentes circunstancias de la vida no pudo ser piloto y encontró en los vehículos a control remoto la posibilidad de despuntar el vicio. Dijo que desde muy pequeño se sintió atraído por la aviación y un tío fue su gran impulsor.

En la década de 1960, los aviones a control remoto comenzaron a popularizarse, y se hicieron avances en relación a su modernización y refinamiento. Cuenta don Alberto que en el año 1985 comenzó a llevar a su hijo al departamento Pocito, para que este realizara las primeras practicas del sistema a control remoto.

Se trataba de aviones que tenían poca capacidad de alcance, sus baterías eran grandes e ineficientes, pero no fue impedimento para despertar el interés de los aficionados.

Don Alberto se apego estrictamente a la enseñanza y los conceptos de los instructores y con el tiempo empezó a volar diferentes modelos. Sostuvo que los reflejos son claves para el buen desempeño de cada vuelo y el rendimiento de los vehículos. Detallo que aprendió rápidamente, pero aclaro que a la hora de los aterrizajes rompió varios aviones.

Don Alberto es un apasionado de la vida, que se levanta temprano cada mañana y sale a trabajar religiosamente. Pero espera cada fin de semana para realizar lo que tanto le gusta. Tampoco pierde las esperanzas de sobrevolar algún día un avión; de esos que vio surcar los cielos cuando era más joven.