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Actualidad Jachallera » Opinión » 20 feb 2019

El jamaiquino jachallero

Relato de un fragmento de la vida de uno de los mejores deportistas que tiene Jáchal. Columna semanal de Marcelo Castro Fonzalida.


Vivo a media cuadra del Parque Central, un pulmón verde la ciudad de Mendoza. Todos los días cientos y cientos de corredores, caminantes, familias haciendo su picnic y pedalistas hacen del calor una fiesta. Todos llegan ahí para hacer deporte, la mayoría digamos. Hace rato llegué de callejear la ciudad y de repente se cruzaron frente a mí dos corredores que van charlando y riéndose de la vida. Automáticamente se me vino a la mente un solo nombre, José Reyes.

José tiene los ojos negros y una mirada tan profunda como sincera. Hace rato acabo de hablar con él por teléfono, y su voz tampoco miente. Es más agradecido que la propia gracia. Por estos días está en Mendoza compitiendo en la Vuelta a Mendoza. Una de las competencias de bicicleta más importante del país.

José, el jamaiquno está contento y apasionado por todo lo que está viviendo. José me confiesa que su apodo se lo puso un amigo que un día viendo televisión observó a un corredor de Jamaica muy parecido a él. Desde ese momento y hasta ahora todos le dicen así. Y al jamaiquino no le molesta, hasta parece disfrutar su apodo con tanto honor, como si fuese un prócer de la Revolución de Mayo.

José me confiesa, casi como una máxima inquebrantable que el ciclismo es “amor a sufrir, a levantarse temprano todos los días para entrenar, ponerle muchas pilas, es muy sacrificado ser ciclista”. Y cierra su mandamiento deportivo con un “al que le gusta sacrificarse todos los días le gustará el ciclismo”.

Muy pocos humanos le dicen José. Así como Ernesto Guevara era Ernesto Guevara para convertirse luego en el Che y desde ahí perseguir sus ideas, sueños y batallas, José Reyes es de aquí en más el jamaiquino.

Hablando de peleas de la vida, el jamaiquino respira profundo, trae desde las entrañas de su voz mucha congoja mezclada con un amor único. Habla de su madre, doña Cristna Reyes. “La lucha más grande es poder brindarle todo a mi vieja, principalmente es eso. Todo esto de correr en bici y tener recurso es para destinarlos hacía ella”.

Verdaderamente el jamaiquino es pura fibra muscular y amor. Tiene presente a cada instante su vida, su historia, las buenas y las malas, todo. Sigue hablando de doña Cristina. “mi madre es la que me da fuerza a que sueñe y busque esos sueños y que le siga poniendo ganas el día a día… que no baje los brazos”.

Al momento de la conexión bici ruta, ruta pedal, piernas sol, agua y pelos mojados; José es tajante, conciso y conceptual; “el placer más grande en mí es la bici”.

“Nunca hay que dejar de pedalear, es como la vida, hay que seguir pedaleando a toda costa, haga frio o calor. Pase lo que pase, hay que seguir pedaleando”. Tras sus palabras el jamaiquino me dio una clase gratis de vida, valor, esfuerzo, superación y paz que contagia. Es tan claro para hablar, como un gran orador y líder mundial. En realidad es un líder ya. Un ejemplo para muchos niños y niñas jachalleros que los inspira como un súper héroe, un súper jachallero o un súper jamaiquino.

- Jamaiquino, ¿qué música te gusta?

- Me gusta variada, de todo. No me guio por un género especial.

Así de rápido me contesta él. Se nota que no tiene otra preferencia más que  ganar cada carrera. Es un profesional de sangre y coraje.

“Si no hubiera sido deportista y habría tenido la oportunidad de estudiar me hubiera gustado ser forense”. El médico forense gana más dinero que un deportista, pero las rutas del mundo le tenían preparado otro destino al morocho.

El jamaquino jachellero ganó el año pasado todo en el pueblo, el Tour San José, la Vuelta a la Otra Banda y cuando estaba compitiendo en La Rioja, más precisamente en Chilecito se dio cuenta que sus sueños recién comenzaban. Corrió la Vuelta a San Juan y ahora junto a 190 corredores está compitiendo en la Vuelta a Mendoza.

Nadie sabe hasta dónde va a llegar este muchacho que se esfuerza en cada embalaje para ganarle a la desidia de la pobreza. El jamaiquino es un ejemplo arriba y debajo de la bicicleta. Es todo lo que está bien en un pueblo que a veces se vuelve poco solidario y otras corea el nombre de él a viva voz.

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